Este libro va de recuerdos, del recordar, del revivir, del papel que tiene la memoria, de quedar anclado en el pasado o no, de cambiar y no se puede cambiar ni envejecer, sin recordar lo que se cambia.
Las montañas no se mueven, eres tu el que va hasta ellas.
Por eso la sensación y la emoción en la escalada siempre pueden mantenerse, aunque tu zozobres, te debilites, envejezcas, o ambas.
Porque las montañas también pueden empequeñecer.
Grandes montañas para alpinistas fuertes, montañas pequeñas para alpinistas viejos, una pequeña cima, una gran conquista.
Tras realizar con éxito nuestra primera travesía en alta montaña, desde Nuria a Setcases, en 1972 cuando aún no existía la estación de Vallter-2000, formamos con unos compañeros del esplai un grupo autodenominado “Club Alpino Cervino”. Teníamos la nada disimulada finalidad de escalar en un futuro muy próximo, esa cumbre que considerábamos mítica, tras cuya ascensión alcanzaríamos el eterno reconocimiento de nuestra condición de seres especiales. El “Club Alpino Cervino”, nació con sede en una de las muchas habitaciones sobrantes, del piso inferior del chalet en que uno de los cuatro miembros fundadores vivía con sus padres, y duró apenas dos meses, justo el tiempo que quedaba para que la mitad del grupo, con un nivel económico muy superior al de la media del país, dispusieran de carné de moto y adquirieran, de sus padres, su primera Bultaco “Lobito”, que les abrió las puertas de la ostentación, el lujo y las mujeres, que a mi me estaban vedadas. Al poco tiempo llegó el golpe de gracia cuando el hermano mayor de uno de ellos, pudo usar el todo terreno de su padre para ir a esquiar con los colegas. Entonces me quedé solo como único integrante del frustrado Club Alpino Cervino, al no poder pagar el forfait.
Ahora que ya he superado los cincuenta años, escribo este libro como un homenaje a mí mismo, en reconocimiento de toda la felicidad y buenos momentos que he podido obtener de algo que empezó hace casi cuarenta como un sueño de gloria adolescente, traicionado por la mezquina realidad de los tubos de escape y los polos de tenis de Lacoste.
Este es un libro de escalada y alpinismo, al que no justifica la épica ni inspiran las grandes ascensiones, las escaladas imposibles o las aventuras en altísimas y lejanas montañas, enormes paredes y lóbregos corredores helados. Contiene eso sí, algunas narraciones de pequeñas gestas, todas ellas verídicas o por lo menos tan verídicas como permite la memoria, mi memoria: es este, un libro de recuerdos de un alpinista mediocre, justamente ignorado por lo intrascendente de mis ascensiones, algunas realizadas con pena, pero ninguna con gloria.
Y es verdad que lo digo con un punto de amargura.
Enric Asín Ollé
Barcelona, 26 de mayo de 2001
Ahora que ya he superado los cincuenta años, escribo este libro como un homenaje a mí mismo, en reconocimiento de toda la felicidad y buenos momentos que he podido obtener de algo que empezó hace casi cuarenta como un sueño de gloria adolescente, traicionado por la mezquina realidad de los tubos de escape y los polos de tenis de Lacoste.
Este es un libro de escalada y alpinismo, al que no justifica la épica ni inspiran las grandes ascensiones, las escaladas imposibles o las aventuras en altísimas y lejanas montañas, enormes paredes y lóbregos corredores helados. Contiene eso sí, algunas narraciones de pequeñas gestas, todas ellas verídicas o por lo menos tan verídicas como permite la memoria, mi memoria: es este, un libro de recuerdos de un alpinista mediocre, justamente ignorado por lo intrascendente de mis ascensiones, algunas realizadas con pena, pero ninguna con gloria.
Y es verdad que lo digo con un punto de amargura.
Enric Asín Ollé
Barcelona, 26 de mayo de 2001
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